A veces tenemos días buenos, muy buenos; los disfrutamos como si fueran el ultimo, nos vamos a dormir con una sonrisa en la cara, pesando hasta el último segundo antes de dormirnos en todo lo que nos pasó, o lo que hicimos para que al final, cuando te acostas y haces el balance del día, podamos decir “tuve un hermoso día”
Muchas son las cosas que pueden hacer de un día común, un lindo día, ya sea una cosa pequeña como una palabra linda de alguien, que nos regalen una golosina, o que una persona querida nos regale una sonrisa al despertar, o algo muy grande; como comprarse algo para lo que ahorraste, un regalo importante o lo que fuere. El hecho es que existen. Los añoramos, y atesoramos con todo nuestro empeño.
Pero… también existen cosas que transforman un día normal, o un buen día, en una terrible pesadilla, en la cual estamos conscientes y no podemos hacer demasiado, a veces, son cosas exteriores, que no podemos modificar, y otras… son pensamientos que nos torturan, una simple cosita puede desatar un Armagedón dentro nuestro.
Así y todo, me gusta tener malos días, y me gusta que se repitan… para enseñarme y demostrarme que no existe la perfección, y por mucho o poco que nos agraden, son días que están esperándonos a la vuelta de la esquina.
Cerrado.
Hace 5 años
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