El, simplemente estaba sentado al lado de la puerta, frente a su computadora, mientras escuchaba la radio, que estaba detrás de él, y leía un libro. Afuera, la lluvia copiosa y suave, paralizaba el viernes, la tormenta predecía un diluvio, como si en vez de ser la calma antes de la tormenta, era la tormenta antes del Armagedón, y el viento frio en la espalda, le helaba la piel, como cuando esa persona, te abraza, o te besa, ese escalofrió propio del más profundo temor, causado por el miedo de no sentir eso nuevamente, El, simplemente no podía dejarlo pasar…
Una idea lo atormento, realmente lo asusto hasta los huesos, su piel se excitaba cuando reflexionaba esta idea… ¿Cuánto tiempo más lo podría ocultar? Y se preguntaba. – ¿Cuánto tiempo se puede mantener una mentira? O peor aún, - ¿Cuánto tiempo se puede ocultar algo?
Parece sencillo, pero no lo era, ocultar cosas es algo que todo el mundo hace, y muchas veces, los vínculos se rompen antes de que las personas revelen sus secretos,- ¿Por qué pasa esto? Se pregunto; la respuesta, era sencilla, es difícil confiar en las personas.
Pero exceptuando esto, el quería ir mas allá de la desconfianza; eso no lo aterraba, era una realidad inevitable, lo asustaba otra cosa, eso que esta mas allá e la confianza, una vez que alguien se la gana… Y el escalofrió nuevamente recorría su espalda.
Logro levantarse de la silla, sin saber donde esconderse del frio que lo asechaba; decidió acostarse en la cama. Casi instantáneamente, como el fulgor de un rayo, se dio cuenta… acostarse era lo peor que había hecho.
Nuevamente se levanto, y volvió al comedor, cansado ya de soñar… Finalmente, se durmió frente a la computadora, con el libro de almohada, y cuando despertó, su relación conciencia empírica asumió; que no sabía la respuesta, triste y cansado… se perdió en la borra de un café aguado. En ese momento, se perdió, se perdió en lo más profundo de su mente… y cuando la sensatez gano, dignada a dar una respuesta. El parpadeo, y su momento se fue para siempre.
Triste, desolado, casi llorando como un niño lo noto… Los momentos especiales pasan, justo en ese momento, no tenes que parpadear, porque te podes perder el instante para siempre… cuantos “parpadeos” hacemos en momentos importantes y no nos damos cuenta, cuantos segundos nos perdemos por parpadear, y es involuntario. Pero nos perdemos... por suerte, siempre podemos crear nuevos momentos hermosos, y con la mirada fija, disfrutarlos. En cuanto tengamos el coraje de no cerrar los ojos en los momentos más importantes, metafóricamente hablando.
Cerrado.
Hace 5 años
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