jueves, 4 de febrero de 2010

Una noche de cortinas danzantes

Esa noche, se despertó sin previo aviso, de golpe, parecía que su mente lo estaba invitando a un momento de extrañas sensaciones, no podía mas que dar vueltas incesantemente en la cama, parecía incomodo, como si esa cama no fuera suya. El viento movía las cortinas, estas bailaban al son de su insomnio, burlándose de su desgracia e inquietas, como perturbadas por la tormenta. Estaban húmedas, y tenían ese olor a tierra mojada, propia de los días lluviosos; suciedad tenían, tierra, para tener esa fragancia.
Poco le importo esto, lo único curioso era el olor, pero fuera de eso no había más que insomnio y tormenta.
Fue entonces cuando sin aviso, un extraño ruido irrumpió en la hasta entonces callada habitación, eran sollozos atormentadores, que auguraban una peor noche aun. Los quejidos provenían del baño, que estaba cruzando el pasillo, pero él, no se animaba a levantarse de la cama, temeroso de perder la inocencia con la que se había recostado horas antes.
Asustado, casi aterrado diría yo, el sujeto resolvió levantarse de la cama y develar de una vez, aunque no sabia con que fin, que causaban estos ruidos, yo creo mas bien que fue por curiosidad, vieron lo que dicen, la curiosidad mato al gato… En este caso, la curiosidad mato su insomnio, no su miedo.
Se levanta, de un salto en seco, mira el reloj… 4:43 a.m. Pensó para si mismo; “será una pesadilla esto?” llegando a la conclusión de que el se acostaba a esta hora generalmente. Resuelto todavía a saber que era ese quejido atormentador, propio de un alma torturada por… Pensó muchas cosas, pero no resolvía que clase de tortura, o no, podía causar tales ruidos.
A pasos lentos, sigilosos y cautelosos, avanzo los dos o tres metros desde su cama, hasta el umbral de su habitación, que daba de frente al baño, tomo coraje, y cual guerrero espartano, dio ese ultimo paso hasta estar de cara a la puerta corrediza. Fue entonces, cuando en el preciso instante en que el apoyo su mano sobre la caladura, esta se empezó a abrir, rechinando. Se asusto, el horror estaba detrás de esa puerta y le estaba abriendo, como invitándolo a develarle el causante de ese tormento.
Una fetidez, avisaba de la presencia de alguna criatura extraña, proveniente de algún foso sin luz, olvidado en los confines del averno; O eso pensó el, con sus ojos llenos de horror e intriga, paralizado por el mal olor, el rechinar de la puerta, y la mala posición en la que se encontraba, sabiendo que no había mas nada que hacer, solo esperar lo inevitable.
Tomó un ultimo respiro, y dispuesto a luchar por su vida, levanto la mirada, solemne y digna, entonces… al susurro de “que haces acá” al oído, su hermana, saliendo del baño lo miro con cara rara, y se dirigió a su pieza.
Sorprendido por la sugestión de la noche, aviso de un encuentro con lo que denominamos, “me levante para ir al baño” y apenado por la desilusión de encontrar a su hermana, y no un monstruo, pensó en reírse a la mañana de ella por los extraños ruidos.

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