Luego de millones de años de evolución, el ser humano desarrollo la capacidad del lenguaje; como condición principal, el habla es usada para la comunicación, sin esta la sociedad no sería viable.
Ahora pensemos en la diferencia entre los idiomas, las personas que manejan tal o cual idioma, de una forma u otra, difieren en sus pensamientos, dada las diferentes capacidades analíticas de cada uno de estos. Pero hay algo que no cambia, luego de siglos de evolución, el ser humano sigue usando el lenguaje de mal forma.
“Somos esclavos de nuestras palabras” Eso, es una realidad, por desgracia no todos estamos capacitados para enterarnos de que las palabras no se deberían olvidar, y que una palabra no cambia ni tapa otra. Muchas veces nos encontramos en el dilema de “zafar de la situación diciendo lo que me conviene” o “decir la verdad a cuestas de lo que me espera”. Aquí, es donde recurro a otra frase muy común de la sociedad “la verdad nos hace libres”. ¿Libres de qué?
¿De culpa? ¿Nos exonera de todo cargo de conciencia? Eso es mentira, la verdad nos ennoblece y nos hace dignos, pero no nos libera más allá de nuestra propia vista; quiero decir, es subjetivo hasta qué punto nos dignifica, ya que una persona ofendida por la verdad no va a ver la nobleza de nuestro proceder.
Tenemos la marcada tendencia, de hablar por hablar, sin medir del todo lo que decimos; a veces por costumbre de hablar banalidades, y otras por inconscientes, el hecho es que somos irresponsables con el uso de lenguaje. No digo que deberíamos dejar de hablar, simplemente llamo al uso consiente de este.
Hoy, hablando con una persona que en algún momento fue valorada, me di cuenta, hasta que punto uno dice cosas sin pensarlas; el problema con esto, es que por mas arrepentimiento que halla, lo dicho, dicho esta.
No olvidar, esa es la consigna…
"Hay que buscar la verdad y no la razón de las cosas. Y la verdad se busca con humildad"
Miguel de Unamuno
Cerrado.
Hace 5 años
1 comentarios:
Son minas de la facultad de administracion de empresas, los libros les aburren... ¡Más los de Unamuno!
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