Esa mañana él se levanto temprano, hacia un día nublado, no llovía ya pero estaba todo mojado, había indicios de una larga y prolongada noche lluviosa -Extrañamente hacia frio-. Copiosamente la alarma del teléfono sonaba (con una melodía totalmente nociva para la salud), y él no le encontraba para apagarlo.
Cuando logro apagar la alarma, la pereza lo ataco, bostezo, y de la forma más heroica, se dispuso a levantarse, fue hacia el ropero con la intención de vestirse y entonces se dio cuenta: estaba todavía vestido de la noche anterior – se durmió con la ropa puesta -.
Luego de levantarse, una vaga sanación lo invadió mientras desayunaba; dos tostadas con mermelada de durazno, una taza de té y un vaso de jugo de naranja. Esta sensación era conocida ya, pero no sabía de dónde provenía.
Mira el reloj y se alarma, eran las 8:30, estaba llegando tarde a la parada del colectivo para ir a la facultad. Apurado, dejo todo desordenado como estaba, agarro la mochila y se dispuso a ir hacia la parada del bondi.
Entre la bruma, apareció el colectivo… Extrañamente estaba bastante vacio, cosa muy inusual a esta hora; no había más de dieciocho individuos, todos sentados en asientos bastante aislados. Subió y luego de pagar el boleto, noto en la cara de las personas una pesadumbres propia de los días lluviosos, pero ni tanto, era otra cosa. La atmosfera era rara, nueva, inspiraba nostalgia y algo mas…
Miro hacia todos lados, y no quedaba opción, se tenía que sentar al lado de algún ser extraño. Eligio cautelosamente a la persona menos extraña. Sin tener en cuenta ciertas cosas, luego de elegir, noto que era una linda chica, de bello cuerpo, y una hermosa sonrisa, aunque no la mostro de primer momento. Exceptuando esto, ella tenía una mirada diferente a la de los demás huéspedes temporales del colectivo, como si fuera ella otra más como él.
No paso mucho tiempo hasta que los dos, simultáneamente, se miraron y por consecuencia, se sonrojaron ambos dos. Inmediatamente el pronuncio un “hola” muy tímido para zafar de la embarazosa situación…
Nuevamente, el tiempo no dio tregua y como dos personas que se entendieron con la mirada, comenzaron a charlar. Yo, que escuche atentamente el relato de cómo el chico había llegado hasta ahí, me dispuse de manera curiosa, a examinar la situación.
En un momento, escuche lo que pareció ser una idea que ellos iban completando mutuamente, no recuerdo palabras exactas, pero en resumen era algo así:
“A medida que pasamos de relación en relación, cada persona se lleva un pedacito nuestro, y nosotros de ellas, pero el problema es que los pedacitos que nos quedamos, los guardamos como recuerdos, y los que perdemos los perdemos de otra forma; no perdemos recuerdos, perdemos lo que nos hace nosotros, lo que nos permite ser uno solo y estar completos.
Como si estuviéramos hablando de nuestra “media naranja”, pero la diferencia es que cuando uno se empieza a relacionar, es una naranja entera, y va perdiendo gajos.
¿No es entonces esta la mejor forma de ser uno con alguien? ¿Completando entre dos un solo entero?, un corazón roto completa otro. “ Dijo ella finalmente.
Luego de ahí, no logre escuchar mas y el ruido se adueño del micro. Miré hacia afuera, y me percate de que mi parada ya estaba cerca; Toque el timbre para que el chofer parase, me bajé, y vi como el colectivo se alejaba; desaparecía entre la niebla.
Después de eso, mi día siguió su curso normal y no volví a recordar este episodio… hasta hoy, en el que me doy cuenta de que estuve sentado al lado de ella en el colectivo fantasma. Y mi parada no llega más.
Cerrado.
Hace 5 años
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